// Publicado originalmente en El Día de Salamanca el 27 de noviembre de 2016 //

Mientras algunos miran con recelo cómo profesores y profesionales se lanzan, nos lanzamos, a dar charlas en bares o en conferencias que no tienen el respaldo de ninguna institución educativa, política, ni empresarial, esos mismos espacios se llenan, aún cuando la tarde salmantina de noviembre a lo que invita es a quedarse en casita con una manta. Es la magia del conocimiento abierto y de la espontaneidad. De la huida de protocolos que entorpecen y que van más orientados al estrellato de los protagonistas que al objetivo de compartir el saber.

Y digo que parece magia porque como sociedad no estamos preparados para esto. Es más, creo que como sociedad no nos educamos en este respeto que percibo entre los millenials cuando asisten a una charla como la llamada ‘Betabeers’ que ayudé a organizar la semana pasada, en donde de lo que se trata es de que un colega tuyo de profesión explique cómo ha resuelto un problema que mañana te puede ocurrir a ti. Y donde mañana puedes ser tú el que quiera contar algo porque crees que es bueno compartirlo con los demás. Normalmente somos demasiado egoístas como para compartir la información. Y han tenido que enseñarnos algunos foráneos con sus técnicas de emprendimiento, que cuanta más gente sepa a qué nos dedicamos y cómo lo hacemos es mejor también para nosotros. Choca con una mentalidad en la que estamos acostumbrados a que nos den todo hecho. A quejarnos por reclamar nuestros derechos sin mirarnos a nosotros mismos para contemplar si estamos convencidos de que los tenemos y de que los debemos usar. Tendemos a ser una sociedad de mesa puesta. No sé si conformista o simplemente centrada en la subsistencia después de siglos de pobreza, donde siempre mirábamos hacia arriba a ver si alguien nos sacaba las castañas del fuego, porque seguramente nos habían desprovisto de nuestra autoestima y de la formación necesaria para llevar a cabo unos sueños que ni siquiera teníamos, de pobres que éramos.

Pero poco a poco vamos cambiando y creciendo. Y los bares tan pronto se llenan de científicos del Instituto de Neurociencias en un ‘Pint of Science’, como de diseñadores en un ‘Design & Drinks’, o de desarrolladores informáticos y emprendedores en un ‘Betabeers’. Y a veces todos juntos, como en las conferencias ‘TEDx’ de la semana pasada, que acogió mi universidad, la Ponti, aunque la organización es completamente independiente. Vamos, que la universidad sólo cede el espacio. Iniciativas que parten de gente que quiere compartir, como siempre lo ha sido ese colectivo al que debo tanto y que se puso como nombre ‘Charrosfera’. Y que no es más, ni menos, que un grupo de gente al que le interesa la tecnología y la gente, que colabora y ayuda en proyectos propios y de otros.

En estos últimos años este tipo de eventos se mezclan con iniciativas tan interesantes como la creación del espacio cultural Monk, o como los talleres de Atentamente o las exposiciones de La Salchichería. O los que se organizan aquí y allá, que seguro que me dejo muchas. La crisis es lo que tiene. Que ha obligado a la gente a buscarse la vida sin ayudas públicas ni privadas y ha descubierto que se puede.

La crisis nos ha dejado cicatrices, pero hay quien las ha convertido en bellas marcas en la piel. Así ha sucedido también con ZOES, la asociación vecinal del Barrio del Oeste. Capaz de hacer de la necesidad virtud. Y de darle la vuelta a un barrio, que como los demás, salvo el centro, no terminaba de arrancar. De hacer de la cultura un eje vertebrador del barrio que convierte una lencería en un espacio expositivo. Ahora la ciudad lo ofrece como un atractivo turístico más en las ferias de turismo, nuestra aparentemente única industria. Y bienvenido sea. Pero se queda corto porque el modelo no es replicable, no es el clásico. La galería urbana es lo que se ve, lo más fácil de explicar, de contar. Pero todo surge por lo que no se ve, que es el movimiento de la gente, de los vecinos y los comerciantes, como bien nos contaba el otro día Román Andrés, el arquitecto que ayuda voluntariamente a la asociación.

Este es el retrato de una Salamanca que también existe, que es muy real. Y que tiene mucho que ver con el plan B que proponía Emilio Galán en su charla TEDx: una Salamanca que pase de ser únicamente un destino de fin de semana, para pasar a ser un lugar atractivo para trabajar. En el que el talento quiera venir a vivir, y en el que sólo emigren aquellos que lo quieran hacer voluntariamente.

Imagen: @juanRa_Martin

3 comentarios en «Salamanca y su plan B»

  1. Tuve la suerte de poder acudir ese fin de semana a dos eventos TEDx y uno de ellos se llevó a cabo en mi tierra…¡Qué alegria! He estado 12 años fuera por mi profesión y por otras razones y desde luego como en Salamanca NADA. Me encantó ver como los compañeros de «la Ponti» mueven y promueven el talento charro, el buen hacer y las ganas de crecer, se necesita mucho empuje para seguir apostando por potenciar todo lo que aún queda por hacer. Aunque tengo que hacer una pequeña crítica (constructiva por supuesto😉) que también pude comentar con Emilio Galán y es que pienso que el fomento de la cultura emprendedora debería ser parte del proyecto educativo desde mucho antes, empezar a inculcar el gusanillo para querer vivir de lo que uno gesta, diseña, crea, levanta, mantiene y consolida. Montar un negocio y «buscarse la vida» en el mundo del emprendimiento es tan apasionante como duro y difícil ya veces tengo la sensación de que lo metemos con calzador. Los universitarios españoles apenas emprenden, un 8% aproximadamente es una cifra realmente baja. ¿Cuáles pueden ser las causas? En mi opinión una es el discurso negativo, tremendista al que asistimos además de los valores que inculcamos a nuestros jóvenes. No sé pero creo que la Universidad tiene mucho ppr hacer y lo mejor es que puede hacerlo. Hay que apostar por redirigir las prioridades educativas, reivindico el hemisferio derecho y todo su potencial como parte de la solución. ¿De qué nos sirve todo lo que aprenden si no saben qué quieren y nadie les ayuda a averiguarlo? Terminar los estudios es un momento crucial y tremendamente complicado en la vida de un/a estudiante, porqué no ayudarles a diseñar y conseguir el proyecto emprendedor más importante de sus vidas…SU PROPIO FUTURO.

    1. Gracias Beatriz!
      Coincido en parte con tu punto de vista. En este sentido, las universidades estamos también haciendo cosas, desarrollando programas de emprendimiento o incluyendo el emprendimiento como parte transversal al plan de estudios, por ejemplo en el máster que dirijo. Pero no siempre es fácil, y seguro que tenemos que hacerlo mejor. También creo que hay cierta inflación en este tema. Pero a los profes nos falta mucha mucha formación en ese campo. Un día lo hablamos con un café!

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