// Publicado originalmente en El Día de Salamanca el 7 de agosto de 2016 //

 

En la columna de hoy les voy a dar lo que mis alumnos llaman ‘una teórica’. Una teórica de diseño, eso sí. Y voy a terminar hablándoles del espantoso logotipo de David Delfín para la marca Alimentos de España.

El Diseño es una disciplina creativa amplia y en constante evolución. Dentro del diseño podríamos distinguir tres grandes contenedores: el Diseño de Producto, el Diseño de Moda y el Diseño de Comunicación. Como imaginarán, con sólo estos tres, caben muchas cosas dentro.

En el primero estarían los profesionales que se dedican a que los objetos de los que nos rodeamos cada día nos hagan la vida mejor. O así debería ser. Por ejemplo, NO nos facilitó la vida el ‘abre fácil’ de los tetrabriks, que durante años hizo que derramáramos la leche o el zumo sobre la encimera de la cocina. Menudo invento… Pero estos son los profesionales que inventaron, gracias a Dios, objetos tan maravillosos como el exprimidor de Braun. Ese que con sólo mirarlo ya sabíamos cómo funcionaba. Y que, además, se lavaba bien (¿se acuerdan del horror de las licuadoras?). O como ese pedazo de invento de los años sesenta: la aceitera Marquina. Una aceitera de cristal de sólo dos piezas, al estilo de una pipeta de laboratorio que, además de permitirte disfrutar del maravilloso color del contenido, consigue que no se derrame ni un solo chorretón sobre la mesa. Todo un invento para una aceitera. Se ha copiado hasta la infinidad.

Pero no se vayan a pensar que el Diseño industrial sólo soluciona pijadas del mundo de la opulencia. Un par de ingenieros sudafricanos inventaron hace no muchos años el Hippo Roller. Se trata de un gran bidón de plástico, poco más grande que un barril de cerveza, que sirve para transportar agua haciéndolo rodar mediante un gran asa, como si uno llevara el carrito de un niño. Como se pueden imaginar, este invento no está pensado para nuestro entorno, sino para el África en el que llevar agua es todo un problema con el que cargan, literalmente, las mujeres de aquellas comunidades. El invento en cuestión permite transportar muchos más litros que sobre los hombros y, además, apisona las malogradas carreteras de arena de aquellos lares. Por último, está consiguiendo, en algunos casos, que no sean sólo las mujeres las que se hagan cargo del transporte del agua, convenciendo a los hombres, mediante la introducción de esta tecnología, de que también es cosa suya.

Del Diseño de Moda poco les voy a hablar. Entre otras cosas porque no sé. Pero imagínense que desde la selección de la materia prima, el diseño del tejido, el de los estampados y, finalmente, el diseño de la prenda hay un viaje en el que muchos profesionales tienen que participar. Y este tipo de diseño sí que está presente continuamente en nuestras vidas.

En cuanto al Diseño de Comunicación, les diré, para que nos entendamos, que es el que llamamos Diseño Gráfico. Tradicionalmente se distinguió entre el Diseño Editorial, el Diseño Publicitario y el Diseño de Identidad. El primero se ocupa del arte de la composición y el diseño tipográficos, de los libros, los diarios y las revistas. El segundo está al servicio de la Publicidad. Y el tercero, el que nos ocupa en este texto, se encarga de generar sistemas de imágenes que sirven para identificar a productos, empresas, instituciones u organizaciones no gubernamentales. Lo más visible de esta disciplina es la creación de lo que habitualmente llamamos logotipos.

Pues bien, vamos a lo que nos traía hasta aquí.

El diseñador David Delfín ganó hace unas semanas el concurso organizado por el Ministerio de Alimentación, Agricultura y Medioambiente para la marca ‘Alimentos de España’. Para los que no le conozcan, David Delfín es uno de nuestros más afamados diseñadores de moda. Y el concurso estaba organizado en colaboración con la Asociación de Creadores de Moda de España. Algún estratega de la comunicación decidió, con buen tino, que el maridaje entre moda y gastronomía constituía una buena herramienta para promocionar los alimentos de nuestro país. El problema es que en lugar de crear un concurso de camisetas (permítase la sorna), se creó uno de una marca. El resultado es un horror. El magnífico diseñador de moda ha creado una marca basada en la tipografía que él mismo usa como parte de su programa de identificación visual (error de libro) unida a lo que parecen ser unas patatas fritas en forma de hashtag. Técnicamente tiene más lagunas que el logo del PP (y ya es decir).

Si han llegado hasta aquí, después de la teórica de más arriba, ya sabrán que el Diseño de Identidad y el Diseño de Moda son cosas diferentes. Y sí, los dos son Diseño. Pero digamos que esto es como si a un traumatólogo le metemos en el quirófano para operar un ojo. ¿Ustedes se fiarían?. Los dos son médicos…

 

2 comentarios en «David Delfín y las patatas fritas ‘de diseño’»

  1. Parece más un co-branding que un diseño de identidad. Aunque igual era la intención inicial, quien sabe.

    De todas formas habría que abandonar ya el tópico de comparar a diseñadores gráficos con médicos, que nada se ha muerto nunca de un mal interletraje.

    1. Es verdad. Parece un cobrandig, pero no lo es. Ahí está el problema. Lo del médico es un topicazo. Cierto. Tomo nota. Aunque en mi defensa diré que el texto está originalmente publicado en un periódico, con un objetivo más divulgativo que técnico. Gracias!

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