// Publicado originalmente en El Día de Salamanca el 18 de septiembre de 2016 //
Cada curso es lo mismo. Cada vez que me pongo delante de un nuevo grupo de estudiantes me viene la misma sensación. Mira que ya cuento años y peino alguna cana, pero nada, no lo puedo evitar. A veces, hasta miedo. Recuerdo cómo los primeros años me temblaba la voz. Y no sé quién tenía más miedo de los dos: si ellos, los estudiantes, o yo. Hace tiempo que perdí el miedo a hablar en público, al menos cuando se trata de hablar de lo mío: una charla, un congreso… Pero esto es diferente: el primer día de curso es otra cosa.