// Publicado originalmente en El Día de Salamanca el 2 de octubre de 2016 //
No nos pasa sólo a los diseñadores, lo sé. Seguro que le pasa a todo el mundo. Pero no puedo remediar pensar en el usuario cuando un cliente me pide un trabajo. Ni yo, ni muchos de mis colegas. Y eso, que lo sepan, es un problema. Me explico: cuando un cliente te pide que hagas el diseño, por ejemplo, de un periódico o de una web, tienes que resolver dos problemas si quieres tener la conciencia tranquila. Uno, es responder a las necesidades que tiene tu cliente directo, vamos, el que te paga. Y otro, resolver los problemas que crees que va a tener el usuario cuando se enfrente al producto que vas a diseñar.