// Publicado originalmente en El Día de Salamanca el 11 de diciembre de 2016 //
Como cada Navidad, ponemos a prueba nuestra retina, hiperestimulada por tanto destello, luz y brillo procedente de los más insospechados objetos que no paran de llamar nuestra atención. Las ciudades se inundan de reflejos, de leds que parpadean o se mueven, de diferentes colores. Y nuestra propia casa, también. Estamos rodeados. ¿Es kitsch la Navidad? ¿Hay salida? ¿Me debo sentir mal porque me guste? Vamos a intentar responder a algunas de estas preguntas.