// Publicado originalmente en El Día de Salamanca el 27 de noviembre de 2016 //
Mientras algunos miran con recelo cómo profesores y profesionales se lanzan, nos lanzamos, a dar charlas en bares o en conferencias que no tienen el respaldo de ninguna institución educativa, política, ni empresarial, esos mismos espacios se llenan, aún cuando la tarde salmantina de noviembre a lo que invita es a quedarse en casita con una manta. Es la magia del conocimiento abierto y de la espontaneidad. De la huida de protocolos que entorpecen y que van más orientados al estrellato de los protagonistas que al objetivo de compartir el saber.