// Publicado originalmente en El Día de Salamanca el 21 de enero de 2017 //

A los que, como a mí, nos hace ilusión la nieve, no paramos de consultar en el móvil qué tiempo hará los próximos días, a ver si vemos caer un miserable copo del cielo. Pero nada. Aquí, nada. A ver si, con un poco de suerte, entre que escribo la columna y se publica, puedo decir lo contario. Pero a juzgar por lo que dice la AEMET, nada de nada.

 

El caso es que cada vez que consultamos uno de estos servicios de información meteorológica estamos disfrutando, o sufriendo, el diseño con el que cuentan. Vamos por partes, aunque no podamos analizarlo todo.

Para empezar, cada uno de estos servicios, sea el nativo del móvil o la aplicación que nos hemos descargado, cuenta con una imagen que lo identifica dentro de nuestro teléfono. Es el pictograma de la aplicación, que la mayoría de las veces coincide con el logo del servicio en cuestión, con mayor o menor fortuna. De entre todos los logos que conozco en ese sector, el que se lleva la palma por malo y por feo, sin dudarlo por un segundo, es el de la Agencia Estatal de Meteorología. Tanto es así, que estoy por crear un change.org para ver si entre muchos conseguimos que le encarguen a un profesional un nuevo diseño. ¡Qué horror! Digo malo y feo y es verdad. Lo de feo, dirás, es una cuestión de gustos. Bueno, pues pregunta al que tienes al lado a ver si le gusta y luego me lo cuentas. Y lo de malo, lo digo con todas las letras. Es un logo de otro tiempo. Mejor dicho, ya era un logo de otro tiempo cuando se hizo. No, en serio, cuándo se creó lo desconozco, pero seguro que ya había logos estupendos funcionando por el mundo. Y más bonitos. ¿Por qué es malo? Pues por tres razones básicas. La primera es que goza de una legibilidad bastante limitada, debido en parte a esa mezcla de mayúsculas y minúsculas sin sentido. La segunda, porque usa un estilo falsamente espontáneo, como de trazado manual que, me pregunto, qué demonios tiene que ver con una agencia estatal que basa sus pronósticos en datos y modelos científicos y de la que cabe esperar la máxima precisión y rigor. Y la tercera, porque usa el color de tal modo que, en lugar de ayudar a que se lea mejor o se identifique con la bandera de España (¿es ese el propósito?), genera un trazado que une dos letras creando un juego sin ton ni son.

Vale, está bien, ya hemos pulsado el logo del servicio meteorológico en cuestión y estamos dentro de la aplicación del móvil. O bien hemos accedido a la web. Da igual. La AEMET se vuelve a llevar el premio. Si entramos en la web, que, aunque parezca mentira, fue rediseñada el año pasado, su organización y estética parece que no fueran de este planeta. Los pictogramas no guardan ninguna coherencia entre sí, la imagen de fondo molesta, no hay jerarquía visual para ayudar al ojo (y a la mente) a consultar la información correctamente. Al menos es responsive, es decir, que se adapta al móvil, a la tableta o al ordenador de escritorio. Pero mezcla información para muy diferentes públicos, cosa que no resulta muy útil ni competitivo frente a otros servicios privados. ¿De verdad que porque sea una institución pública tienen que aparecer en el mismo espacio el tiempo que hará en mi pueblo y el perfil del contratante? Yo creo que no. Y es algo relativamente sencillo si se hace un estudio serio de tipo de usuarios.

Y si entramos en la app, nos encontramos con cuestiones parecidas. En lugar de ofrecernos, nada más entrar, la información que más nos interesa, nos marea con pantallas intermedias que entorpecen el acceso a lo que buscamos o esperamos encontrar. Vamos, lo más lejos de tener una buena experiencia de usuario.

Yo lo siento, que no me gusta a mí ser tan criticón. Pero el tema del diseño y la AEMET es un síntoma de lo que le ocurre al diseño en la mayoría de las instituciones públicas. El diseño sigue pareciendo un lujo, en lugar de un instrumento para ofrecer el mejor servicio a los ciudadanos. Y, probablemente, ellos, los ciudadanos, acaben rechazando (u olvidando) un servicio público de calidad porque algo tan sencillo de resolver como cuidar la comunicación gráfica o mejorar el acceso de esta información mediante el diseño de interacción y la experiencia de usuario están descuidadas.

Pero ya, ya sé que hay cosas más duras y que de esto no se va a morir nadie. Así que todos tranquilos. Mientras, en otros lugares del mundo, nos siguen adelantado por la izquierda en estos temas, incluyendo en su legislación otra manera de hacer las cosas, orientando información y procedimientos al ciudadano, en lugar de al funcionamiento y organización internos de la propia institución.

Foto: Solete Casado

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